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UNIDAD I: Naturaleza y formas de lo cómico y del humor.

Ámbito y atributos de lo cómico
¿Por qué reímos; qué es lo risible? El filósofo Henri Bergson destaca la risa como un atributo no sólo exclusivo del ser humano; sino de la inteligencia: “En una sociedad de inteligencias puras quizá no se llorase, pero probablemente se reiría” (Cf. Henri Bergson, La risa, Ed. Losada; Buenos Aires, 1962; Pág. 13). La risa, lo risible, lo cómico, el humor, hoy sabemos que ayudan a desarrollar la capacidad observadora, la creatividad, el enfrentamiento y la resolución de conflictos, el distender un ambiente tenso y, en las últimas décadas, se ha descubierto su carácter sanador. No cabe duda, entonces, el papel que la risa y el humor pueden jugar en ámbitos educativos.
Partiremos, emulando a Bergson, haciendo tres observaciones que nos darán cierto orden de tratamiento:

1) Lo cómico se da sólo en el ámbito humano; fuera de él nada es cómico. Si reímos de un gato o de un perro, será sólo por su parecido con alguna característica o gesto humanos. Si reímos de un vestido o sombrero, lo hacemos por la forma que una persona le dio o porque nos imaginamos lo ridícula que se ve alguien con ellos.
Sólo el hombre es motivo de risa y sólo él hace reír; llegando a hacer de la risa una profesión.

2) La risa requiere que dejemos entre paréntesis la sensibilidad para distanciarnos de lo humano o sagrado y ser meros observadores de un espectáculo. Para reír, la afectividad, la piedad o conmiseración, la trascendencia y valor de la dignidad humana e incluso el valor de lo sagrado deben pasar a sernos indiferentes. Por ello, la risa nos permite descansar de las preocupaciones de la vida; de sus defectos, de sus tragedias, de sus retos.


No queremos decir con esto que quien ríe del infortunio de alguien no sea piadoso o sea irreverente; pero sí es necesario que para reír se distancie emotivamente, por algunos instantes, de la situación y se coloque ante ella sólo como mero espectador; incluso para reír de sí mismo. Nada más contrario a la risa que la emotividad. Por ello, se puede hacer humor de las mayores tragedias y hacer una tragedia de lo más cómico; lo más frívolo se puede convertir en grave y lo más grave en frívolo. “Lo cómico, para producir todo su efecto, exige como una anestesia momentánea del corazón. Se dirige a la inteligencia pura”. (Ibíd.. pág. 13).
3) La risa es eminentemente social; por ello contagia y reímos sólo ante la risa de otros aunque no sepamos cuál es el motivo de ello. Reímos porque otros ríen; sin embargo, cuando lo que motiva la risa no es ver o escuchar reír; sino algo cómico, la risa pasa a nacionalizarse, apellidarse en grupos más o menos cerrados. Tiene que haber cierta complicidad o de empatía con el riente efectivo o imaginario. Por ello, “muchos efectos cómicos son intraducibles a otro idioma cuando se refieren a costumbres y a ideas de una sociedad particular. (…) Para comprender la risa hay que reintegrarla a su medio natural, que es la sociedad; hay que determinar ante todo su función útil, que es una función social”. (Ibíd.. Pág. 14-15) No reímos de lo mismo que nuestros padres o abuelos y tampoco reiremos de lo mismo o de la misma forma cuando niños que cuando jóvenes, adultos o ancianos; del mismo modo nos diferenciamos chilenos que peruanos, japoneses, chinos, españoles, gallegos, hombres y mujeres … etc.



Lo risible
La pregunta que surge ahora es qué es lo cómico, lo risible, lo que provoca la risa.
a) La torpeza que se puede cometer por distracción, falta de agilidad, rigidez…en fin, todo lo que se da cuando alguien que va corriendo o andando en bicicleta, cae, provocando la risa de quienes le observan. No ríen de su dolor; como tampoco reirían si éste, voluntariamente, por algún motivo, hubiese decidido sentarse en el suelo.}


b) La torpeza que comete involuntariamente, por causa de otros, quien habitualmente saca azúcar de un depósito y esta vez saca sal para endulzar su café; pues sus compañeros le han gastado una broma.

c) La rigidez o torpeza mental o física; opuesta a la plasticidad o agilidad mental esperadas como propias del ser humano: el tic, la muletilla, el error constante o imperdonable, el quedarse detenido en un tema cuando los otros ya están en otro y entonces viene el comentario a destiempo, el importunismo.



d) La torpeza por distracción aumenta su comicidad, cuando no hace referencia a un hecho casual y externo –como la broma que hacemos a quien quitamos la silla- sino que aparece como parte del carácter o al menos situación vital en que se encuentra quien es objeto de nuestra risa.  Pues en este caso, al conocer su origen o causa, podemos reconstituir su historia dando lugar a verdaderas comedias. Una cosa es caerse por mera distracción del momento y otra es chocar con un poste por mirar a quien nos ha enamorado. Más aumentará la risa cuando ser distraído es parte del carácter del protagonista; pues presentimos el error y empezamos a reír desde antes.

Charlie Chaplin Tiempos Modernos

e) Análogamente a lo expuesto en “c”, aumenta la comicidad cuando nos encontramos ante la rigidez o automatismo de los vicios o carácter que quitan el protagonismo a la persona para ser ellos –los vicios mismos- los protagonistas. Mientras no desaparezca la persona, estamos ante un drama; pero cuando prevalece el vicio estamos ante la comedia: Es el juego de comicidad que provocan las distracciones, infantilismos e ingenuidades y torpezas de Mr. Bean o de Hrundi (“La fiesta inolvidable”). Por lo mismo, “un personaje cómico lo es en la medida exacta en que se desconoce a sí propio. Lo cómico es inconsciente. (…) se hace invisible para sí mismo, volviéndose visible para todo el mundo” (Ibíd. Pág. 23).

Mr. Bean Parte 1                                                          Mr. Bean Parte 2         

f) La exageración imaginaria de una fealdad o desproporción, sin sentido, nos hace reír. Es la comicidad de la que hace uso el caricaturista o el imitador que apresa un rasgo típico de alguien para resaltarlo ante los demás. Es el arte de la exageración de lo sin sentido. Existen fisonomías y expresiones cómicas, ridículas, que nos hacen reír; distinguiéndolos, eso sí, de lo simplemente feo o deforme. Bergson entrega una fórmula para distinguirlos: “Toda deformidad susceptible de imitación por parte de una persona bien conformada puede llegar a ser cómica. (…) Una expresión ridícula del rostro será aquella que nos haga pensar en algo de rígido y de cuajado, dentro de la movilidad ordinaria de la fisonomía” (Ibíd. Pág. 26) Una fisonomía es cómica cuando se cristalizó en ella lo que debió ser sólo la expresión de un momento, transformándose en una mueca única y definitiva que expresa más de lo que es…Hay caras que parecen estar siempre llorando o soplando o enojadas: son rostros, fisonomías cómicas. “Las actitudes, gestos y movimientos del cuerpo humano son risibles en la exacta medida en que este cuerpo nos hace pensar en un simple mecanismo. (…) La visión de una máquina funcionando en el interior de una persona llega a nosotros a través de una multitud de regocijados efectos…” a los que el cómico imitador o caricaturista sabrá sacar provecho. Un cierto movimiento del brazo, una voz contraria a lo que expresa el cuerpo, una nariz desproporcionada, un ojo que se cierra mecánicamente… toda esta mecanización atenta contra la flexibilidad y estética esperadas, llevándonos a la risa, si dejamos la afectividad entre paréntesis. 

Kramer_ Lindorfo                                         Dra. PolloDra. Pollo

g) Aumenta la comicidad, cuando el gesto mecánico y sin sentido se relaciona arbitrariamente con una actividad simple pero que le daría cierto sentido: el movimiento involuntario convertido en un baile, el tic llevado a una señal.
        Ahora bien, la risa no siempre tiene como finalidad expresar un momento de comicidad. Los demás castigan la falta de flexibilidad de ideas, de carácter, de expresión o comunicación, los vicios, con la risa. El temor al ridículo, a ser el hazmerreír de los demás frena muchas extravagancias, distracciones, descuidos y caídas evitables.
Recordemos que la comedia se transforma en tragedia cuando se reflexiona, se empatiza, con la misma situación que nos motivaba la risa.
Fisonomías y expresiones cómicas.  Hay una relación entre lo feo y lo cómico; aún cuando no todo lo feo mueve a la risa sino sólo aquella desproporción o rigidez que pueden ser imitados y que parecieran expresarnos algo cuando en verdad sólo son rigidez, movimiento mecánico o involuntario.  "Nos mueve a la risa una cara que parece llevar en sí misma su propia caricatura" (Ibíd pág. 28)


"Las actitudes, gestos y movimientos del cuerpo humano son risibles en la exacta medida en que este cuerpo nos hace pensar en un simple mecanismo" (Ibíd. Pág. 30) Es propio del ser humano que sus gestos, movimientos sean expresivos de un sentimiento, idea, credo; pero si se mecanizan como si fueran provocados por una suerte de máquina oculta en su interior, nos mueven a risa, por su repetición casi sincronizada: el tic, el hipo...  Aunque mueven por sí solos a la risa; lo hacen más si son imitados y exagerados o se les da un sentido superpuesto. Una cara por sí misma no mueve a la risa pero junto a otra, por su parecido o imitación, sí.

Insistimos, mueve a la risa todo lo que se opone a lo que se espera de la persona como ser inteligente, que se adapta a las circunstancias creativamente, que no es repetitivo, que es auténtico... Mueve a la risa la persona en la medida que da la impresión de máquina, de cosa.  Así, el Sr. Barriga en el Chavo del 8, en la medida que se asemeja a un barril; el barón de Münchause convertido en bala de cañón.  Análogamente, mueve a la risa todo lo que se aparece como falso; de ahí el sentido de la fiesta de disfraces y que aparece tanto más cómico el disfraz como diferente a la personalidad de quien lo lleva.  Por lo mismo, el protocolo se presta con facilidad para situaciones de humor, si nos olvidamos de su contenido y carácter simbólico. En una ceremonia donde se espera el desarrollo de una especie de fórmula social, moverá a la risa todo lo que rompa tal orden.  Deduzcamos, entonces, la siguiente ley del humor:
"Mueve a risa lo mecánico insertado en lo que debiera tener movilidad y lo móvil que debiera ser rígido"
Por otra parte, mueve a la risa todo incidente que atrae nuestra atención sobre aspectos físicos o materiales, cuando debíamos estar atentos a lo más humano, moral, afectivo o espiritual.  Da risa, por ejemplo, quien equivoca la palabra o estornuda en medio de un discurso; quien atrae más por el traje que viste, por el movimiento de sus manos o gestos que por lo que dice...  Nadie espera, por ejemplo, un juez tartamudo o un médico obeso como experto en obesidad.  En ambos casos, se refuerza la idea de la atracción del cuerpo o de los físico por sobre lo espiritual. Es el espectáculo del clown que cae, rebota, golpea, cae, rebota, golpea...

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